En eso estaba, en vivo, cuando una policía se aproximó y sin siquiera solicitarle que se identificara, lo increpó acusándolo de “chismosear” y de tomar el hecho como “una joda”.

Según ella, el periodista, que se presentó por cuenta propia, estaba “entorpeciendo el procedimiento”, a pesar de encontrarse a casi 100 metros del lugar del siniestro y cuando la Policía ni siquiera había vallado el lugar ni interrumpido o desviado el tránsito.

La mujer admitió conocer a Ávalos. Así quedó claro cuando le impetó: “Vos ya me tenés podrida”. E intentó arrebatarle el teléfono celular con el que estaba transmitiendo, amenazó con quitarle el aparato y arrojarlo al río, además de meterlo preso.

Después, lo obligó a empujones a retirarse del lugar en una maniobra que quedó plasmada como absolutamente personal, ya que mientras ella se dirigía hacia el periodista con prepotencia y violencia, otros oficiales se desplazaban por el lugar sin intervenir ni molestarse por su presencia.

Ávalos formalizó la denuncia penal contra la policía que no tenía la identificación reglamentaria a la vista, pero que él supo que se trataba de la cabo Sabrina Soto, que presta servicio en la Comisaría Primera de Barranqueras.